David Hockney: Las contemplaciones visionarias de un artista evasivo
By Andrew Bay, UK
Durante su carrera, David Hockney ha creado obras icónicas que han asombrado a públicos de todo el mundo. Pero no dejes que el hecho de que lleve corbatas rojas y verdes, chaquetas azules sobre jerséis blancos y gafas doradas todos los días te engañe. Continúa siendo tan pasional en la creación de obras fascinantes como lo es por su estilo de vestir: Hockney es capaz de capturar la luz de los cambios de estación tanto en sus pinturas como en su forma de vestir.
Lleva viviendo en Normandía, al noroeste de Francia, desde 2018. Este nuevo entorno le ha inspirado a llenar su casa de grandes fotografías de flores, plantas en flor bocabajo, un pequeño lago y una cabaña de troncos. Formaron la base de su última exposición, llamada The Arrival of Spring, Normandía, 2020.
Hockney nació en Bradford en 1937 y creció en el Reino unido de la posguerra. ¿Cómo fue capaz de sentir todos los tonos y colores que define su estilo único? Hockney siempre dejó claro que, como estudiante de arte, siempre le influyó Picasso, Matisse y Monet. Pero en aquel momento, Bradford era una ciudad típica del norte de Inglaterra, con un tiempo grisáceo y lluvioso la mayor parte del año.
En su juventud, se dedicó a pintar sobre todo paisajes arquitectónicos manchados con hollín y carbón. Y eso es lo que hacía: no había mucho color. Pero tuvo una epifanía en una exposición de Van Gogh en Manchester en 1954. Años después, Hockney recordó lo mucho que le impresionó los penetrantes azules que Van Gogh había utilizado en sus pinturas, como si los cielos estuvieran "expuestos contra su voluntad." Dijo que era "un auténtico espectáculo maravilloso que contemplar."
Las obras de Hockney retoman continuamente los temas que intuitivamente reconoció en las pinturas de Van Gogh aquel día: una prolongada búsqueda de un sol más brillante, de colores más atrevidos y de una luz limpia, de un arte apasionado y conmovedor. En cuanto entró a la escuela primaria en Bradford, supo que quería ser artista. Participó en todas las clases que podía para aprender a dibujar, esbozar y colorear y, después de terminar los exámenes de secundaria, dejó su ciudad y se marchó a la universidad en Londres. Visitó Nueva York por primera vez y decidió teñirse el pelo de rubio y se hizo la promesa de volver a Estados Unidos cuando fuese rico y famoso.
En 1960, Hockney creó su primera pintura importante titulada Adhesiveness. Fue su primer intento de hacer un retrato doble que después se convertiría en una de sus firmas. Él todavía siente que ese fue su primer trabajo significativo porque tenía mucha precisión. Durante aquel periodo, Hockney comenzó a viajar por Egipto, Berlín, Roma, Florencia, abarrotando su imaginación de nuevas experiencias. Fue el punto de inflexión cuando su trabajo comenzó a coger impulso y a ser reconocido en el mundo artístico. Gracias a los premios, a las exposiciones agotadas y su distintivo pelo rubio teñido ganó mucha popularidad.
Como artista, el carácter individual de su trabajo comenzó a hacerse más discernible; habló abiertamente de su homosexualidad y comenzó a incorporar la perspectiva como bloque clave de su desarrollo estilístico. Al hacer esto, Hockney descubrió las características clave de los temas que exploraría en profundidad en los siguientes años: domesticidad, diseño de interiores, la intimidad en las relaciones, el retrato, la sexualidad y la interacción entre la realidad y la ilusión.
En 1964, Hockney decidió mudarse a San Francisco y después a Los Ángeles. A menudo ha comparado California con Normandía, donde ahora reside, y tiene buenos recuerdos de la época que pasó en la costa oeste estadounidense. Su ciudad, Bradford, no era un lugar soleado. La mayor parte del tiempo, el sol que se abría entre las nubes sabía a demasiado poco. Hacía que los colores que se filtraban a través de la luz fuesen opacos y confusos, como una pintura impresionista desenfocada. Hocney siempre soñó con vivir como en una película de Hollywood, películas que le encantaban ver de adolescente. Allí es donde quería vivir e hizo realidad sus sueños mudándose a estados unidos, igual que Van Gogh cogió sus pinceles y sus lienzos y se fue a Provenza.
Hockney es el pintor en búsqueda del placer por excelencia. Sus obras hablan de éxtasis y alegría. Su búsqueda por el significado, libertad y satisfacción comenzó con sus representaciones del deseo gay en una época donde la homosexualidad seguía siendo delito en el Reino Unido. Las pinturas en las que representaba su vida en California con amigos, colaboradores y compañeros artistas, como la diseñadora Celia Britwell y el novelista Chrostopher Isherwood, son instantáneas maravillosas de su vida creativa. Pero también son composiciones líricas repletas de resplandor y luminosidad. A través de la espuma de un grupo de nadadores salpicando, contra el fondo del mar azul y los cielos rojos de California, Hockney encontró una forma distintiva de representar los sentimientos de pérdida, deseo y amor, persistentes en cada instante de anhelo.
Siguiendo los pasos de Matisse, Hockney quiere crear un universo personal de belleza delicada que necesita pintura.
En el verano de 2018, Hockney decidió conducir por el paraje de Normandía, de camino a una retrospectiva de su obra en París. Se quedó perplejo con el resplandor peculiar de los horizontes verdes que lo rodeaban y el brillante sol dorado, poniéndose detrás de las colinas. Lamenta que en Francia en particular, el arte de la pintura se encuentre en punto muerto cultura desde hace años.
Como él mismo dice: "Me sigue gustando despertarme pronto para captar la luz de la mañana, como Renoir y Manet."