Sam Francis

Untitled, 1984

106.7 X 73 inch

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Obsesión y pasión: el visionario mundo de Alberto Giacometti

Obsession and Passion: the visionary world of Alberto Giacometti

By Andrew Bay, UK

A finales de los años 50, el estudio de Alberto Giacometti fue un refugio para algunos de los artistas y escritores más importantes del siglo XX. Jean Genet, el gran novelista y dramaturgo, dijo: "El estudio de Giacometti era un caldero mágico en el que conjuraba un arte prodigioso de un montón de basura." El suelo del apartamento del escultor terminaba manchado de yeso y pintura y todo tipo de materiales, alimentando así sus locuras creativas. Este caos se transformaría en el marco que acabaría consolidándose; un gran arte cultivado a partir de restos y escombros.

Giacometti nació en Suiza en 1901, hijo de un conocido pintor. Se interesó por la escultura a una edad temprana y decidió hacerse pintor con 14 años. Se matriculó en la escuela de bellas artes de Ginebra siendo adolescente y acabó en París en 1923 para estudiar con Emile Bordelles, una antigua discípula del gran escultor Auguste Rodin.

En Paris, Giacometti rápidamente se sintió atrapado por la floreciente escena de los movimientos surrealistas y cubistas. Artistas jóvenes y revolucionarios como Balthus, Pablo Picasso y Joan Miró estaban al mando del desarrollo de nuevas técnicas en la escultura y la pintura.

Las esculturas de yeso de Giacometti se basan en su íntima relación con Andre Breton y en el estudio de sus ensayos sobre la naturaleza de la inconsciencia y los sueños. Esto llevó a Giacometti a abandonar las técnicas tradicionales de esculturas figurativas y a guiarse por las visiones que procedían de su imaginación. En la primera etapa de este periodo en desarrollo, se centró en la anatomía humana; cabezas, brazos y piernas, extremidades. Con Woman With Her Throat Cut (1932), Giabometti explora los temas de la muerte y la locura frente a las crecientes tensiones políticas que ensombrecieron las naciones europeas de los años 30. Un par de años más tarde, Hands Holding the Void and Imaginary Objects (1934) evoca la conexión entre las experiencias sensoriales de la vista y el tacto. Con esta obra, Giacometti trata de explorar hasta qué punto los objetos que concibe su imaginación pueden también convertirse en sensaciones físicas.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Giacometti decidió volver a Suiza donde conoció a Annette Arm, una joven secretaria que se convirtió en su musa. La pareja se enamoró de inmediato y se casaron poco después de terminar la guerra en 1949. Este periodo marca una transición crucial en las obras de Giacometti, ya que se embarcó en un proceso de producir piezas muy pequeñas. Tanto en sus pinturas como en sus esculturas, comenzó a menguarlas, un procedimiento del que decía no tener control, pero que no podía resistirse a no hacerlo.

 

Poco después de volver a París en 1945, Giacometti tuvo una epifanía en la que se dio cuenta de que sus obras, hasta ese momento, habían sido solo de carácter cinematográfico. Tuvo una visión en la que le reveló que el mundo físico que lo rodeaba tenía que desprenderse del tiempo y del espacio. Se sintió abrumado por un sentimiento de temor al pensar que, hasta ese momento, había malinterpretado la verdadera naturaleza de la realidad.

 

Este nuevo impulso de separar el tiempo de sus experiencias sensoriales fue toda una revelación que le abrió ante un nuevo plano de quietud e inmovilidad en su trabajo. Ahora podía captar la esencia escultural de un objeto libre de sus observaciones y desde su verdadera apariencia. Este descubrimiento le permitió alejarse de las figuras pequeñas en las que se había embarcado durante su estancia en Suiza y empezar a construir modelos grandes de nuevo.

Al final resultó que este crecimiento vertical le encauzó en una trayectoria de producciones más finas; esculturas alargadas que fueron decisivas para contribuir al crecimiento notorio de Giacometti y a su popularidad en el mundo artístico. Aunque llevó una vida modesta, hizo amistad con los pensadores y artistas más creativos de París de la época: Pablo Picasso, Samuel Beckett, Sartre y Somone de Beauvoir visitaban a menudo su estudio y se reunían.


Después de la Segunda Guerra Mundial, los Existencialistas y los Modernistas estuvieron muy activos y cada vez influyeron más en la producción de nuevas expresiones y conceptos filosóficos. Giacometti quiso formar parte de la definición del nuevo enfoque escultural para una nueva era. Sus obras luchaban contra un mundo de posguerra repleto de angustia e incertidumbre. Utilizó estas esculturas únicas para revelar abiertamente la naturaleza torturante del conflicto, además de crear un significado colectivo después de los horrores de la guerra. A través de varias figuras, creó el concepto de ubicación y desubicación para comprender la ambigüedad social en la que vivían él y sus contemporáneos. Durante las décadas precedentes a la guerra, Giacometti demostró ser bueno con las manualidades, aunque dentro del molde de las tradiciones cubistas y surrealistas.

A partir de la década de 1960, creó un léxico visual completamente original, centrándose en la interacción entre el objeto y el espacio en el que existe. Sartre una vez dijo que las obras de Giocometti "siempre oscilaban entre la nada y el ser." Esto se confirma por el hecho de que Giacometti trabajó incesablemente en los mismos patrones de sus esculturas, en un intento obsesivo de capturar las visiones fugaces que continuamente ocupaban su mente. Las proporciones y las distancias siempre fluyen de una forma u otra en sus figuras y, si se mira más de cerca, a veces da la impresión de mirar a un objeto que está a 30 metros. El constante hilo temático en el arte de Giacometti es que siempre vuelve a un espacio en el que combina comunidad y aislamiento. Los extrae del ambiente de una ciudad en el que un hombre caminando o un personaje femenino desnudo, sus modelos favoritos, se convierten en el génesis de varias series, trabajo estelares hechos de cenizas, y estructuras desintegradas. Repeticiones infinitas de modelos de yeso, de diferentes tamaños y tipos, forman un continúo, de un naturalismo delicado a abstracciones con bastante detalle.

Cuando nos enfrentamos a él, no podemos evitar sentir lo que el mismo Giacometti dijo de su obra: "El arte es solo un medio de ver. Da igual lo que veamos, todo me sorprende y se me escapa."

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