Voces de la noche para relatos ocultos: desvelando la raíz marginal del arte queer

By Andrew Bay, UK


La denominada estética queer surge como un movimiento transformador, creado por personas y comunidades LGBTQ+, que ha roto las rígidas normas de las formas de expresión visuales y culturales de nuestras sociedades actuales. Con una furiosa carga de activismo político y social, ya no se puede negar el impacto de la expresión queer en el mundo del arte, que ha cuestionado con valentía y decisión las normas y valores tradicionales en materia de género y sexualidad a lo largo de nuestra historia reciente. Las obras de artistas tan influyentes como Francis Bacon y Robert Mapplethorpe, con sus retratos descarnados del género y la sexualidad, se consideran hitos fundamentales en el desarrollo de la estética queer. Marcaron el comienzo de una nueva era de expresión artística y, al hacerlo, revolucionaron la clase dirigente, la sociedad educada y las normas convencionales.

El arte de Bacon se distingue por sus fascinantes y retorcidos viajes a través de la psique humana y sus grotescos aunque íntimos retratos de figuras corporales. Por otro lado, la fotografía de Mapplethorpe explora la desnudez masculina con un toque provocativo, y crea polémica a propósito con la explicitud de su obra.  Una nueva generación de artistas queer, que siguió los pasos de estos pioneros, continúa dando que hablar. La fotógrafa estadounidense Nan Goldin, el artista británico Grayson Perry y el escultor estadounidense Glenn Ligon siguen traspasando fronteras y contribuyendo al desarrollo de la estética queer, mediante la exploración de los intrincados matices del género y la sexualidad con formas frescas y novedosas.

La estética queer también destaca por el uso del humor y la ironía para cuestionar las concepciones y los valores binarios de género. Sirvió como instrumento de activismo social y político, concienciando sobre la epidemia del sida a través de la organización ACT UP en los años 80 y 90. Usaron el arte como instrumento político para exigir al gobierno medidas sanitarias inmediatas. Keith Haring, un artista abiertamente gay, creó durante esa época obras que reflejaban la realidad del sida. Aunque no era un artista en sí, Harvey Milk, fue un activista clave en la lucha por los derechos de los homosexuales y un político que, tras ser elegido concejal del ayuntamiento de San Francisco, fue trágicamente asesinado en 1978, por su orientación sexual. Su legado sigue inspirando a una nueva generación de artistas queer como Chuck Sperry, Gus Bean y George Segal. A lo largo de los años, han creado de forma colectiva obras de arte memorables, serigrafías, mosaicos y esculturas, en honor al difunto político.

Al otro lado del continente norteamericano, la escena House y Ballroom de Nueva York es una animada comunidad que lleva décadas traspasando fronteras y revolucionando el panorama. En el epicentro de este mundo hay drag queens y artistas salvajes que han perfeccionado su arte hasta alcanzar niveles vertiginosos. Este mundo no es para los cobardes, pero si está dispuesto a dejar que su mente vuele, estos artistas le recibirán con los brazos abiertos.

A través de su arte y sus fascinantes espectáculos en directo, las drag queens de la escena House y Ballroom han desempeñado un papel fundamental en la visibilidad y la aceptación de las personas LGBTQ+, un tema que sigue siendo de suma importancia hoy en día. Han sabido utilizar su plataforma para poner de relieve las luchas y los progresos de la comunidad homosexual, y para celebrar su fortaleza y entereza. Las legendarias actuaciones de Ru Paul y Lady Bunny, y los innovadores espectáculos de artistas contemporáneos como Sasha Velour y Aquaria, han ampliado y redefinido constantemente las posibilidades del drag como forma artística. El impacto de las innovaciones de estas artistas en la cultura popular no puede subestimarse. Han inspirado a incontables personas a buscar su verdadero yo y a rechazar las convenciones sociales que hasta entonces habían intentado definirlas. La aportación más significativa de la estética queer a nuestra cultura ha sido su papel como herramienta creativa para el cambio social. Su auténtico atractivo sigue residiendo en su ilimitada capacidad para cuestionar, inspirar y mejorar al ser humano.